lunes, 22 de diciembre de 2014

Máximas Francesas: Montaigne. Filosofía a cucharadas 1

Cuando cursaba mis años en la universidad tuve la oportunidad de leer un libro muy interesante llamado "Máximas Francesas". En él se escondía la sabiduría de diversos filósofos nacidos en Francia. Este artículo libera el pensamiento más extraordinario de Montaigne.


Si, esta es la primera parte de la serie de Máximas Francesas encabezada por Michel Eyquem de Montaigne. He aquí algunas de sus aportaciones más valoradas:

La dificultad da valor a las cosas. Prohibirnos una cosa es hacer que la deseemos. Dárnosla por completo es engendrar en nosotros desprecio por ella.

La pasión nos gobierna mucho más vivazmente que la razón.

Nadie está exento de decir tonterías. La desgracia consiste en decirlas con seriedad.

Nuestra vida es parte locura y parte sabiduría. Quien no escribe sobre ella sino con método y reverencia, deja atrás más de la mitad de ella.

Hay que prestarse a los demás y solo entregarse a sí mismo.

Hay que aprender a soportar lo que no se puede evitar. Nuestra vida está compuesta, al igual que la armonía del mundo, de cosas contrarias. Así como diversos tonos, agradables y ásperos, agudos y bajos, suaves y fuertes.

Tú no mueres por estar enfermo, mueres por estar vivo. La muerte te mata sin la ayuda de la enfermedad.

Continuando con las grandes aportaciones de los filósofos franceses, en esta ocasión toca el turno de Blaise Pascal.


Aquí las máximas:

Ya que no se puede ser universal sabiendo todo lo que se puede saber acerca de todo, es necesario saber de todo un poco. Porque es mucho más bello saber algo de todo que saber todo de algo, esta universalidad es la más hermosa.

El corazón tiene sus razones que la razón desconoce, en mil cosas se sabe. Yo digo que el corazón por naturaleza, ama al ser universal y a sí mismo en la medida en que se dedica a ello,  y se endurece contra el uno y contra el todo a su elección. Habéis rechazado lo uno y conservado lo otro: ¿acaso os amáis por razón?

El pensamiento hace la grandeza del hombre.

La tercer entrega de excelentes frases / pensamientos provenientes de franceses corresponde al filosofo François VI, Duc de La Rochefoucauld.


Sin duda uno de mis pensadores favoritos, aquí sus aportes:

En amor, amar poco es un medio seguro para ser amado.

Ni el sol ni la muerte pueden mirarse fijamente.

Es difícil definir el amor, se puede decir que en el alma es una pasión de dominio, en la mente una simpatía y en el cuerpo un ansia oculta y delicada de poseer lo que se ama, después de muchos misterios.

Si resistimos a nuestras pasiones, es más por su debilidad que por nuestra fuerza.

Hay personas cuyo único mérito consiste en decir y hacer necedades útiles y que echarían todo a perder si cambiaran su comportamiento.

Sólo las personas que evitan dar celos son dignas de ser celadas.

Si realmente conociéramos lo que deseamos, desearíamos con ardor muy pocas cosas.

Después de un tiempo de dejar suspendida la serie de filosofía a cucharadas, este mes me propongo continuarla porque, vamos, es abril que mejor mes para filosofar al 100.


Y pues en esta ocasión toca el turno de La Bruyere del cual tengo un repertorio bastante paupérrimo pero de incalculable calidad. La verdad sea dicha:

Las mujeres no se agradan unas a otras por los mismos encantos que agradan a los hombres, mil maneras que en ellos encienden las grandes pasiones, provocan entre ellas la versión y la antipatía.

Existe un sabor en la amistad pura que no pueden alcanzar quienes han nacido mediocres.

La burla es con frecuencia pobreza de espíritu.

No hay en el mundo más que dos maneras de sobresalir: por su propia industria o por la imbecilidad de los demás.


Quinta entrega de las máximas filosóficas en exclusiva con Vauvenargues, breve y preciso en su decir. 


Sin más:

La moderación de los débiles es mediocridad.

Las máximas de los hombres revelan sus corazones.

Se dicen pocas cosas sólidas cuando se busca decir extraordinarias.

El pensamiento de la muerte nos engaña porque hace que nos olvidemos de vivir.

El fruto del trabajo es el más dulce de los placeres.

La paciencia es el arte de esperar.

La desesperación es el más grande de nuestros errores.

La gente vana no puede ser hábil: carece de la fuerza para callarse.

Continuando con las frases del pensamiento filosófico es el turno de Chamfort de quien en realidad obtuve suficiente material para consumar el artículo. Así que vamos a ello.


Citas:

Lo que explica mejor como el hombre deshonesto y algunas veces incluso el tonto, casi siempre salen adelante en el mundo, mejor que el hombre discreto y el hombre de ingenio, es que el hombre indiscreto y el tonto se acoplan con menor pena al mundo el cual, en general, no es más que descortesía e insensatez. Mientras que el hombre discreto y el hombre sensato, al no poder entrar tan pronto en tratos con el mundo, pierden un tiempo precioso en aras de la fortuna. Unos son los vendedores que, conociendo la lengua de sus vendedores y de sus clientes, antes de exponer su mercancía y entrar en tratos con ellos, frecuentemente desdeñan incluso aprender esta lengua y entonces se regresan sean realizar comercio alguno

La mayoría de los hombres que viven en el mundo viven en el tan despreocupadamente, piensan tan poco, que no conocen ese mundo que siempre tienen frente a sus ojos. "Ellos no lo conocen - decía agradablemente M. de B… -, por la misma razón por la que los Abejorros desconocen la historia natural."

El día más inútil es aquel en el que no se ha reído.

Vano quiere decir vacío; así, la vanidad es tan miserable, que casi no puede decírsele algo peor que su nombre. Ella misma se da pena por lo que es.

… Las pasiones hacen vivir al hombre, la sabiduría sólo lo hace durar.

Sucede con la felicidad lo mismo que con los relojes. Los menos complicados son los que se descomponen menos (…).

La amistad extrema y delicada con frecuencia es lastimada por el pliegue de una rosa.

La amistad delicada y verdadera no soporta la aleación de ningún otro sentimiento (…).

La indecisión, la ansiedad, son para el espíritu y el alma lo que el tormento es para el cuerpo.

Todas las veces que veo capricho en una mujer, o incluso en un hombre, empiezo a desconfiar de su sensibilidad. Esta regla no me ha engañado nunca.

En materia de sentimientos lo que puede ser calculado carece de valor.

Un hombre enamorado es un hombre que quiere ser más digno de ser amado de lo que en realidad puede ser; he aquí por que casi todos los enamorados son ridículos.

En el amor, basta con agradarse mutuamente con sus cualidades amables y con sus atractivos; pero en el matrimonio, para ser felices hay que amarse o, por lo menos, concordar en los mismos defectos.

Una mujer fea y autoritaria que desea agradar es un pobre que ordena que se le haga caridad.

Por mucho que un hombre pueda pensar mal de las mujeres, no existe mujer que, al respecto, no piense aun peor que él.

La mayoría de las instituciones sociales parecen tener por objeto mantener al hombre en una mediocridad de ideas y de sentimientos que lo vuelvan más propio para gobernar o para ser gobernado.

Se gobierna a los hombres con la cabeza; no se juega al ajedrez con un buen corazón.

Y por fin, llegando a la edición final de #MáximasFilosóficas tenemos a Joubert quien habla de todo y a la vez de nada. ¿A quién engaño? Su filosofía es genial.


Vamos a ella:

Prefiero a aquellos que vuelven amable el vicio que a los que degradan la virtud.

La voz es un sonido humano que nada inanimado podría imitar a la perfección. Tiene una autoridad y una propiedad de insinuación que le falta a la escritura. La voz no es solamente aire, es aire modulado por nosotros, impregnado de nuestro calor y envuelto por el hálito de nuestra atmósfera de la cual cierta emanación lo acompaña y le da una configuración determinada y ciertas virtudes propias para obrar sobre el espíritu. La palabra no es sino el pensamiento hecho cuerpo.

Cada espíritu tiene su hez.

Nuestra desdicha casi siempre viene de tanto pensar.

La ternura es el reposo de la pasión.

Existe una necesidad de admirar, común en ciertas mujeres durante los siglos letrados, y es que es una alteración de la necesidad de amar.

Enseñar es aprender dos veces.

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